Imágenes de la charla "El T Rex más antiguo del mundo" dentro del programa Sábados en la Ciencia, con la presencia del Dr. René Hernández Rivera
Espacio para compartir las experiencias de los divulgadores del conocimiento cientifico, tecnológico, humanistico y artístico. Es tambien un espacio de promoción y difusión de eventos.
10/31/2012
10/26/2012
El T rex + antiguo del mundo
Sábados En La Ciencia 2012
Talleres para niños y charla "El T rex + antiguo del mundo" en el MAX
Un taller para niños sobre dinosaurios y la charla "El T rex + antiguo del mundo" se llevará a cabo este 27 de octubre a las 11 horas en el Museo de Antropología de Xalapa dentro del programa “Sábados en la Ciencia” que organizan la UV y la Academia Mexicana de Ciencias. Entrada Libre¡¡¡
Cuál será el dinosaurio más grande o cuál el más pequeño. ¿Te imaginas haber conocido al Tiranosaurio Rex? Él sabe todo de los dinosaurios: cuánto medían, qué comían, dónde vivían, pero lo más interesante es que él ha encontrado restos de dinosaurios que vivieron aquí, sí, aquí en México. Hasta ahora no hemos conocido a nadie que no le fascinen los dinosaurios, esos increíbles animales que se originaron hace unos 235 millones de años, pero ¿qué los hace tan interesantes para él? René Hernández Rivera es un experto en dinosaurios. Cuando platicas con él te cautiva y te transporta millones de años atrás, y los describe de tal manera que ya los estás viendo en tu imaginación.
Una de las razones por las que se
dedicó a estudiarlos es que le pareció muy interesante que este grupo haya
vivido tantos años y haya existido de tantas formas, por ejemplo, con alas o
sin ellas; también los hubo pequeños y enormes, unos comían carne, otros
plantas, otros tenían filosos dientes y colores llamativos. De las cosas que
llaman su atención es que fue un grupo de animales que vivió aproximadamente
170 millones de años. Ellos tuvieron las características necesarias para
enfrentar cualquier problema: como el frío, el calor, la falta de alimento, fuertes
tormentas y otros problemas; por eso, llegó un momento en que ya no pudieron
vivir más en nuestro planeta y se extinguieron.
Para que René Hernández llegara a
ser un experto en dinosaurios tuvo que estudiar paleontología; es decir, a los
seres vivos que existieron hace millones años. Su vida como científico es muy
emocionante porque ha encontrado restos de estos fascinantes animales en
nuestro país. Aunque tú no lo creas, en México vivieron muchos dinosaurios,
sobre todo en Sonora, Coahuila, Chihuahua y Baja California, y también se han
encontrado restos en Michoacán, Oaxaca, Puebla y algunas pistas en Chiapas.
Uno de los momentos más importantes
de su vida es haber encontrado y armado el primer dinosaurio hecho por un grupo
de científicos cien por ciento mexicanos. Este proyecto empezó en 1988, al gran
dinosaurio lo bautizaron con el nombre de Isauria. Las réplicas de Isauria las
puedes encontrar en el Museo de Geología y en el Universum, Museo de las
Ciencias, ambos de la UNAM.
Otro de los proyectos
favoritos fue haber encontrado el Sabinosaurio, otro dinosaurio que vivió en
México. Se llama así porque los restos se descubrieron en un lugar llamado
Sabinas, en el estado de Coahuila. Este dinosaurio tenía un pico muy parecido
al de un pato y medía, desde la punta de la cola hasta la punta de la nariz,
¡14 metros! Uno de los dinosaurios endémicos, es decir, que nació, creció y
murió en México fue el Velafronts coahuilensis, que también tenía un pico como
el del pato, pero la diferencia es que tenía una cresta en su cabeza y comía de
todas las plantas que tenía a su alrededor. Pero, ¿cómo saben los paleontólogos
qué comían, cuánto medían y cómo vivían los dinosaurios. Ante todo, los
paleontólogos son como detectives; se especializan en ser grandes observadores,
por eso buscan pistas que les ayuden a reconstruir la historia de la vida, en
este caso, la vida de los dinosaurios. Las pistas que necesita René Hernández
son los fósiles: los restos de plantas, frutas, huesos e insectos que se
quedaron pegados en las rocas, no importa que pasen miles incluso millones de
años, ahí se quedan estas pistas bien cuidadas. Cuando encuentra estas rocas,
las observa y las lleva a los laboratorios para estudiarlas con mucho cuidado.
A través de los fósiles de dientes, por ejemplo, puede saber si comían carne o
plantas.
Las pisadas son otras pistas
importantísimas, a través de ellas se puede conocer el tamaño, peso y
comportamiento, por ejemplo, si viajaban en grupo o solos. La oficina en donde
trabaja René Hernández no es nada común, está al aire libre, su herramienta
principal no es una computadora, sino su libreta de notas en la que apunta cada
detalle: fecha, hora y las características de cada pista que encuentra; en su
mochila también puedes encontrar una cámara digital de video y fotográfica, su
martillo y un GPS, aparato que te indica en dónde estás y a dónde debes ir;
también necesita una sustancia que sirve para endurecer cada resto que
encuentra.
Esta importante información, además
e imágenes y anécdotas interesantes, son parte de la actividad que este sábado
tendremos con René Hernandez Rivera, en el museo de antropología de Xalapa a
las 11 horas. Entrada Libre. Mayor información con Adalberto Fox al
teléfono 8421700 ext. 11165 o al correo afox@uv.mxEl colorido espejo de la muerte
La Universidad
Veracruzana, a través del Instituto de Artes Plásticas y de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información-Xalapa, INVITA a la INAUGURACIÓN
de la exposición
El colorido espejo de la muerte
Fotografías de Maritza López, Yolanda Andrade, Susana Casarín y Ruth Lechuga
Lunes, 29 de octubre, 18 horas.
USBI-Xalapa
Av. de las Culturas Veracruzanas núm.1, Zona Universitaria, Col. Zapata
No cualquiera comprenderá al ver estas imágenes la complejidad de los rituales del día de muertos y la variedad de ellos, siempre reinventados y siempre antiguos.
El día de muertos en México es uno de los rituales más vivos y donde se muestra la gran diversidad cultural del país. No sólo se practica de manera distinta a lo largo del territorio, con enormes variantes de un pequeño pueblo a otro sino que además existe en cada comunidad alterando varias dimensiones de su existencia. Es religioso pero no se ciñe a las religiones e iglesias oficiales, las rebasa siempre. Es estético pero no se reduce a la producción de objetos y de formas bellas, como algunos creen cuando ven por primera vez los altares de muertos. Esos objetos coloridos forman parte de una economía barroca, excesiva, que tiene como objeto, a través del gasto excesivo y de los padrinazgos y compadrazgos que implica, rehacer el tejido social de la comunidad donde se realizan esos rituales. Y donde los muertos son evocados y convocados para ayudar a vivir a los suyos. Son tremendas ausencias paradójicamente presentes a través de actos y de objetos que movilizan durante varios días a la sociedad en un régimen de excepción. Es una fiesta extraña donde los festejados no están pero reciben regalos. Donde se les espera pero se sabe que no vendrán. Como la tía que esperaba siempre al marido que nunca volvió y hablaba de él como si no se hubiera ido.
La revelación de formas comienza en los mercados antes del día de muertos. Cientos, miles de cráneos de azúcar. Ataúdes, borregos, calaveras completas de chocolate, muertes de papel, falsa comida en miniatura, canastas, tumbas color pistache y carmesí, amarillo canario y azul cielo: colores de pastelería. Y pan de muerto, muy suave, luciendo fémures dibujados con azúcar miel. Teatros de madera donde la muerte baila, ruedas de la fortuna, autobuses llenos de esqueletos. Una nueva, inmensa y fugaz juguetería. Entre las flores reinaba de pronto una amarilla casi naranja, color de fuego. De pétalos muy delgados y muy secos, tanto que casi parecía de papel. Es la flor de los muertos, se llama cempasúchitl. Y te la venden en ramo o, ya deshojada, por cubeta o en bolsa de papel, para hacer un caminito que indique a los muertos el camino hacia a su ofrenda. Aquel despliegue de esqueletos y sonrisas de repostería estaba bien situado al lado de las frutas. Hay que gozarlos mientras duren. Los muertos y sus cosas bellas son como frutos de estación.
Aquello no era un infierno de esqueletos sufrientes, como los que había en la iglesia católica justo en los cuadros del juicio final que detalladamente nos explicaba un sacerdote amenazante y solemne, con el índice levantado. Tampoco era exactamente un paraíso de nubes pomposas y desabridas, ángeles asustados y hombres de barbas blancas mirando arriba, al vacío. Era esta vida terrenal de mercado y cocina, de flores y frutos, de fiesta sin sacerdotes de por medio, jugando de pronto al juego de las mieles de la muerte con todos los sentidos. Jugando a realizar representaciones carnavalescas, excesivas, delirantes, placenteras, enfáticamente lúdicas pero también rituales. Un ritual barroco popular renovado en cada casa y en cada pueblo a su manera haciéndose eco de la extrema diversidad indígena de México.
Es cierto que el día de muertos se ha convertido, como la vírgen de Guadalupe, en ingrediente sustancial de todos los sincretismos y de todos los mestizajes rituales de México. Una lengua franca que se habla y se comprende en todos los territorios de la nación al grado de que algunos mexicanos y extranjeros piensan que es igual en todo el país. Apoyándose en ese mito nacionalista de una patria excepcional que se ríe de la muerte, la calavera sonriente y los altares del día de muertos proliferan en las ciudades mexicanas que, paradójicamente, se quieren modernas. Y cada vez es más frecuente ver dondequiera, en lugares públicos como oficinas y museos pero también en casas de clase media, una versión depurada pero colorida del altar de muertos, con calaveras de azúcar, papel picado en los manteles, fotografías de los muertos cercanos y ofrendas de comida y bebida. Todo desligado de los rituales comunitarios.
En algunos pueblos se realizan danzas simbólicas, con animales y demonios traviesos. Y una dosis grande o pequeña de violencia lúdica. Las ofrendas para los muertos son preparadas de manera muy codificada a través de colores y formas. La comida ritual es muestra de la cocina de cada región haciéndonos pensar que la esencia de la comida mexicana esta en el exceso de estos festivales comunitarios. No en lo que haga con ella algún moderno chef minimalista sino en su inclusión como parte indispensable de estos rituales colectivos. Esta comida requiere preparaciones tan extraordinarias, dice don César Cariño, del pueblo de Chilac, en Puebla, “que es el mejor testimonio de fidelidad y gratitud hacia las Ánimas santas”, cuyo regreso, el día de muertos, pone a circular este desfile de demasías. Ya en el panteón de nuevo se come en abundancia, ahora sobre las tumbas convertidas en mesa familiar, se bebe en exceso: el alcohol limpia, remueve el alma dormida, facilita el diálogo con los muertos. Todos recuerdan sus caras, sus canciones favoritas, sus gustos en la comida, y para que no las olviden ahí están esas fotografías que antes estaban en casa. Vivos y muertos, frente a frente, comen y cantan. Porque los que se fueron regresan, están como recuerdo en quienes si tienen boca y entonando las canciones que le gustaban al muerto, ambos cantan.
Y uno que otro visitante, siempre bienvenido, ejecuta esa plegaria
moderna del culto a la alteridad: tomar una fotografía. Y en muchos de los
pueblos más apartados nadie se molesta por ser fotografiado. Es parte de la
fiesta y del circuito de ofrendas que se dan y se reciben. Es tan arraigado el
principio de reciprocidad que, por ejemplo, cuando voy a Chilac, en cuanto pido
permiso para fotografiar a una familia y a su tumba, me dicen que sí e
inmediatamente después me piden permiso para fotografiarme ellos, con su
cámara, al lado de la tumba que me ha gustado tanto y que orgullosos me
explican trazando el origen de cada ofrenda. Se sienten obligados a
fotografiarme junto a la fotografía de su muerto. Quieren ofrecerme, me dicen,
el mismo interés que yo había puesto en ellos. Y me preguntan cómo se festeja a
los muertos allá de donde yo vengo. Comparten conmigo historias y el pan que
hace un momento estaba sobre la tumba y un tequila o un café “para que no se me
atore”.
Me doy cuenta de que cada tumba familiar es una especie de texto donde se cristaliza y es visible la extensión y la red social de la familia: el nudo de dones que la forman y la insertan en la sociedad. Los niños son iniciados, como yo, a la festiva lectura de tumbas. Un par de niñas un poco más grandes que las otras me recitan el simbolismo de las flores, de las cruces, de la comida. Y de nuevo me dicen quién, cómo y por qué llega ahí cada cosa. Las interpretaciones nunca son fijas. Cada quien resta o aumenta. Es un texto móvil, cambiante. Son imágenes que dicen mil cosas cada una. Y al mismo tiempo es un espejo cifrado de la familia, de los vivos y a la vez de los muertos.
El colorido espejo de la muerte
Fotografías de Maritza López, Yolanda Andrade, Susana Casarín y Ruth Lechuga
Lunes, 29 de octubre, 18 horas.
USBI-Xalapa
Av. de las Culturas Veracruzanas núm.1, Zona Universitaria, Col. Zapata
El colorido espejo de la Muerte
Alberto Ruy Sánchez
Esta brillante y
variada selección de imágenes mexicanas del Día de Muertos es sorprendente por
su fuerza estética pero también por la diversidad cultural que muestra. Para comenzar hace
evidente cuatro maneras distintas de mirar un poderoso ritual contemporáneo.
Maritza López, Yolanda Andrade, Susana Casarín y Ruth Lechuga son cuatro
nombres estelares de la fotografía mexicana, cada una con una obra personal
reconocida y de características muy claramente definidas. Cuatro maneras de
construir composiciones pero también cuatro modos de asombrase ante lo que
encuentran. hay quien pone el énfasis de su imagen en la gran protagonista: la
muerte, la calavera y sus transformaciones,o en la comunidad indígena que
realiza un ritual en el patio del templo. O en algunos de sus actores que
danzan con máscaras o que imploran en la tumba, o que velan al pie de sus
ofrendas en el cementerio o en el altar hogareño. De manera más enigmática,
algunas de estas imágenes nos permiten pensar en la presencia de los muertos:
esos que se han ido pero que son evocados de manera material a través de su
retratos sobre los altares y de la comida que les gustaba, incluyendo el
simbólico pan de muertos.No cualquiera comprenderá al ver estas imágenes la complejidad de los rituales del día de muertos y la variedad de ellos, siempre reinventados y siempre antiguos.
El día de muertos en México es uno de los rituales más vivos y donde se muestra la gran diversidad cultural del país. No sólo se practica de manera distinta a lo largo del territorio, con enormes variantes de un pequeño pueblo a otro sino que además existe en cada comunidad alterando varias dimensiones de su existencia. Es religioso pero no se ciñe a las religiones e iglesias oficiales, las rebasa siempre. Es estético pero no se reduce a la producción de objetos y de formas bellas, como algunos creen cuando ven por primera vez los altares de muertos. Esos objetos coloridos forman parte de una economía barroca, excesiva, que tiene como objeto, a través del gasto excesivo y de los padrinazgos y compadrazgos que implica, rehacer el tejido social de la comunidad donde se realizan esos rituales. Y donde los muertos son evocados y convocados para ayudar a vivir a los suyos. Son tremendas ausencias paradójicamente presentes a través de actos y de objetos que movilizan durante varios días a la sociedad en un régimen de excepción. Es una fiesta extraña donde los festejados no están pero reciben regalos. Donde se les espera pero se sabe que no vendrán. Como la tía que esperaba siempre al marido que nunca volvió y hablaba de él como si no se hubiera ido.
La revelación de formas comienza en los mercados antes del día de muertos. Cientos, miles de cráneos de azúcar. Ataúdes, borregos, calaveras completas de chocolate, muertes de papel, falsa comida en miniatura, canastas, tumbas color pistache y carmesí, amarillo canario y azul cielo: colores de pastelería. Y pan de muerto, muy suave, luciendo fémures dibujados con azúcar miel. Teatros de madera donde la muerte baila, ruedas de la fortuna, autobuses llenos de esqueletos. Una nueva, inmensa y fugaz juguetería. Entre las flores reinaba de pronto una amarilla casi naranja, color de fuego. De pétalos muy delgados y muy secos, tanto que casi parecía de papel. Es la flor de los muertos, se llama cempasúchitl. Y te la venden en ramo o, ya deshojada, por cubeta o en bolsa de papel, para hacer un caminito que indique a los muertos el camino hacia a su ofrenda. Aquel despliegue de esqueletos y sonrisas de repostería estaba bien situado al lado de las frutas. Hay que gozarlos mientras duren. Los muertos y sus cosas bellas son como frutos de estación.
Aquello no era un infierno de esqueletos sufrientes, como los que había en la iglesia católica justo en los cuadros del juicio final que detalladamente nos explicaba un sacerdote amenazante y solemne, con el índice levantado. Tampoco era exactamente un paraíso de nubes pomposas y desabridas, ángeles asustados y hombres de barbas blancas mirando arriba, al vacío. Era esta vida terrenal de mercado y cocina, de flores y frutos, de fiesta sin sacerdotes de por medio, jugando de pronto al juego de las mieles de la muerte con todos los sentidos. Jugando a realizar representaciones carnavalescas, excesivas, delirantes, placenteras, enfáticamente lúdicas pero también rituales. Un ritual barroco popular renovado en cada casa y en cada pueblo a su manera haciéndose eco de la extrema diversidad indígena de México.
Es cierto que el día de muertos se ha convertido, como la vírgen de Guadalupe, en ingrediente sustancial de todos los sincretismos y de todos los mestizajes rituales de México. Una lengua franca que se habla y se comprende en todos los territorios de la nación al grado de que algunos mexicanos y extranjeros piensan que es igual en todo el país. Apoyándose en ese mito nacionalista de una patria excepcional que se ríe de la muerte, la calavera sonriente y los altares del día de muertos proliferan en las ciudades mexicanas que, paradójicamente, se quieren modernas. Y cada vez es más frecuente ver dondequiera, en lugares públicos como oficinas y museos pero también en casas de clase media, una versión depurada pero colorida del altar de muertos, con calaveras de azúcar, papel picado en los manteles, fotografías de los muertos cercanos y ofrendas de comida y bebida. Todo desligado de los rituales comunitarios.
Pero basta con asomarse a algunos de los pueblos pequeños y grandes que
celebran el día de muertos en todo México de manera ancestral para confirmar
que la calavera sonriente no siempre está presente. Que muchas veces lo que
podemos ver, en vez de la mítica carcajada con la muerte, es una profunda
serenidad ritual. De que el país es un crisol de diversidad mortuoria donde no
existe la homogeneidad.
En algunos pueblos se realizan danzas simbólicas, con animales y demonios traviesos. Y una dosis grande o pequeña de violencia lúdica. Las ofrendas para los muertos son preparadas de manera muy codificada a través de colores y formas. La comida ritual es muestra de la cocina de cada región haciéndonos pensar que la esencia de la comida mexicana esta en el exceso de estos festivales comunitarios. No en lo que haga con ella algún moderno chef minimalista sino en su inclusión como parte indispensable de estos rituales colectivos. Esta comida requiere preparaciones tan extraordinarias, dice don César Cariño, del pueblo de Chilac, en Puebla, “que es el mejor testimonio de fidelidad y gratitud hacia las Ánimas santas”, cuyo regreso, el día de muertos, pone a circular este desfile de demasías. Ya en el panteón de nuevo se come en abundancia, ahora sobre las tumbas convertidas en mesa familiar, se bebe en exceso: el alcohol limpia, remueve el alma dormida, facilita el diálogo con los muertos. Todos recuerdan sus caras, sus canciones favoritas, sus gustos en la comida, y para que no las olviden ahí están esas fotografías que antes estaban en casa. Vivos y muertos, frente a frente, comen y cantan. Porque los que se fueron regresan, están como recuerdo en quienes si tienen boca y entonando las canciones que le gustaban al muerto, ambos cantan.
Me doy cuenta de que cada tumba familiar es una especie de texto donde se cristaliza y es visible la extensión y la red social de la familia: el nudo de dones que la forman y la insertan en la sociedad. Los niños son iniciados, como yo, a la festiva lectura de tumbas. Un par de niñas un poco más grandes que las otras me recitan el simbolismo de las flores, de las cruces, de la comida. Y de nuevo me dicen quién, cómo y por qué llega ahí cada cosa. Las interpretaciones nunca son fijas. Cada quien resta o aumenta. Es un texto móvil, cambiante. Son imágenes que dicen mil cosas cada una. Y al mismo tiempo es un espejo cifrado de la familia, de los vivos y a la vez de los muertos.
Estoy seguro, a juzgar por estas fotografías, que los viajes de Maritza
López, Susana Casarín, Yolanda Andrade y Ruth Lechuga por el país de los
muertos están llenos de historias vivas fascinantes de las cuales estas
imágenes son atisbos deslumbrados. Son gestos poderosos del encuentro
afortunado de cuatro miradas lúcidas con una realidad ritual sustancial que en
México se vive como una dimensión compleja de la existencia. Y que sólo parece
poder expresarse con fuerza contundente a la manera esencialmente barroca,
retomando su significado de todas las dimensiones de la vida y luego impactando
todos los sentidos. Estas cuatro fotógrafas excepcionales nos muestran por qué
la fotografía contemporánea es columna vertebral del arte mexicano. El cual no
deja de explorar las sustancias de la vida, una de ellas, su espejo obscuro, a
ratos colorido, la muerte.
10/19/2012
Semana Nacional de Ciencia y Tecnología en Veracruz
La Sede será las instalaciones del Campus para la Cultura y
las Artes de Xalapa, donde se ubica la USBI, de la Universidad Veracruzana
Posteriormente, a las 10:45 horas, Luis Felipe Marín Urías, académico del Departamento de Inteligencia Artificial de la UV, impartirá la conferencia magistral “Inteligencia artificial”.
Este mismo día, de 9:00 a 13:00 y de 16:00 a 18:00, darán inicio los talleres “Ranas sobre los árboles” y “Conociendo a las tortugas marinas”, impartidos por académicos y estudiantes del Instituto de Neuroetología de la UV.
El taller “Hongos recicladores”, por parte del cuerpo académico Biotecnología, Biodiversidad y Manejo de los Recursos Naturales de la UV, se impartirá el 24 de 9:00 a 13:00 horas.
La Orquesta Universitaria de Música Popular que dirige el Mtro. Mateo Oliva, ofrecerá un concierto especial en la USBI el mismo miércoles 24 a las 19:00.
El 25 de octubre, Syrius Cam Xalapa intervendrá con la actividad “Observación con telescopios”, de 19:30 a 20:30 horas, y CAP Grupo de Teatro, A.C., presentará la puesta en escena Con ciencia clara, a las 17:00.
Asimismo, se ofrecerán exposiciones permanentes entre las que destacan A tu basura… echa arte de la Facultad de Biología, Club de Matemáticas de la Facultad de Matemáticas y Herpentario SAKATU-LUHUA de la Facultad de Biología, que estarán del 22 al 26 de octubre en el lobby principal de la USBI-Xalapa.
Del mismo modo, se contarán con módulos de divulgación científica que albergarán exposiciones relacionadas con las temáticas del evento: participan el Museo Interactivo de Xalapa, el Covecyt, la Universidad Politécnica de Huatusco, el Instituto Tecnológico Superior de Perote, el Ayuntamiento de Xalapa, el Instituto Tecnológico Superior de Xalapa y las facultades de Biología y Matemáticas de la UV.
Estudiantes, académicos e investigadores de la Universidad
Veracruzana (UV) participarán de forma activa en la Semana Nacional de Ciencia
y Tecnología, organizada por el Consejo Veracruzano de Ciencia y Tecnología
(Covecyt), que se realizará del 22 al 26 de octubre en la Unidad de Servicios
Bibliotecarios y de Información (USBI) del campus Xalapa.
En el marco de ésta, se llevará a cabo el V Encuentro
Nacional de Expertos en el Manejo de Residuos Sólidos, se impartirán
conferencias, charlas didácticas y también habrá eventos culturales. El 22 de
octubre tendrá lugar la primera actividad, a las 10:00 horas, encabezada por
José A. González Azuara, director regional de la Comisión Nacional de Áreas
Naturales Protegidas, quien ofrecerá la conferencia magistral “Las Áreas
Naturales Protegidas del Golfo de México”.Posteriormente, a las 10:45 horas, Luis Felipe Marín Urías, académico del Departamento de Inteligencia Artificial de la UV, impartirá la conferencia magistral “Inteligencia artificial”.
Este mismo día, de 9:00 a 13:00 y de 16:00 a 18:00, darán inicio los talleres “Ranas sobre los árboles” y “Conociendo a las tortugas marinas”, impartidos por académicos y estudiantes del Instituto de Neuroetología de la UV.
El taller “Hongos recicladores”, por parte del cuerpo académico Biotecnología, Biodiversidad y Manejo de los Recursos Naturales de la UV, se impartirá el 24 de 9:00 a 13:00 horas.
La Orquesta Universitaria de Música Popular que dirige el Mtro. Mateo Oliva, ofrecerá un concierto especial en la USBI el mismo miércoles 24 a las 19:00.
El 25 de octubre, Syrius Cam Xalapa intervendrá con la actividad “Observación con telescopios”, de 19:30 a 20:30 horas, y CAP Grupo de Teatro, A.C., presentará la puesta en escena Con ciencia clara, a las 17:00.
A las 13:00 horas del 26 de octubre se clausurarán
actividades del V Encuentro Nacional de Expertos en el Manejo de Residuos
Sólidos y se premiará a los ganadores del concurso infantil de dibujo y Rally
de la ciencia.
El programa de divulgación “Sábados en la Ciencia” será el
encargado de concluir las actividades de este ciclo con “El T-Rex + antiguo del
mundo”, conferencia cargo de René Hernández Rivera, en el Auditorio del Museo
de Antropología de Xalapa, el 27 de octubre a las 12:00 horas.Asimismo, se ofrecerán exposiciones permanentes entre las que destacan A tu basura… echa arte de la Facultad de Biología, Club de Matemáticas de la Facultad de Matemáticas y Herpentario SAKATU-LUHUA de la Facultad de Biología, que estarán del 22 al 26 de octubre en el lobby principal de la USBI-Xalapa.
Del mismo modo, se contarán con módulos de divulgación científica que albergarán exposiciones relacionadas con las temáticas del evento: participan el Museo Interactivo de Xalapa, el Covecyt, la Universidad Politécnica de Huatusco, el Instituto Tecnológico Superior de Perote, el Ayuntamiento de Xalapa, el Instituto Tecnológico Superior de Xalapa y las facultades de Biología y Matemáticas de la UV.
La entrada es libre a todos los eventos
10/16/2012
El tránsito de Venus
Imágenes de las actividades del programa Sábados en la Ciencia, el 13 de octubre en el Museo Interactivo de Xalapa.
El Dr. Ruben de la Mora, coordinador de los talleres de fisica.
El Dr. Jesús Galindo durante la charla "Apocalispis maya 2012: el tránsito de Venus"
Alumnos de la comunidad de Teapa
Alumnos de la facultad de física UV que impartieron los talleres.
El 27 de octubre el destacado geólogo René Hernández Rivera impartira la charla "El T Rex + antiguo del mundo."
10/10/2012
Apocalipsis Maya: el tránsito de Venus
Sábados en la Ciencia
El Tránsito de Venus
Museo Interactivo de Xalapa 13 de octubre, 11:00 horas. Entrada Libre
Talleres de astronomía
para niños con alumnos de la facultad de física UV y charla sobre arqueo- astronomía
con el Dr. Jesús Galindo Trejo de la
UNAM
En la puerta de su cubículo está
escrito Sol, en 17 idiomas autóctonos de México; sobre su escritorio, piedras
de diversos tamaños dan cuenta de los lugares arqueológicos donde este
especialista ha estado; en la pared, un Sol artesanal rojo y amarillo, saluda a
los visitantes; en el pizarrón, el lenguaje astrofísico se mezcla con datos
arqueológicos. Es el espacio en el que el doctor Jesús Galindo Trejo, investigador
del Instituto de Astronomía de la UNAM (IAUNAM) genera ideas, proyectos y
soluciones acerca de la física solar, o respecto a la arqueo-astronomía,
disciplina en la que se estudia la relación entre los lugares elegidos por los
antiguos mexicanos para construir y orientar sus espacios arquitectónicos, con
sucesos astronómicos importantes.
A esto último ha dedicado buena
parte de su tiempo, acción recompensada con hallazgos importantes, como la
alineación entre la ubicación del Sol a las 12 horas durante el solsticio de
invierno y el monolito dedicado a Huitzilopochtli, en Malinalco: exactamente a
esa hora, los rayos solares lo iluminan, representando el descenso de ese dios
al mundo.
El Dr. Galindo estará en esta
ciudad de Xalapa, dando la charla la “Apocalipsis
maya 2012: el tránsito de venus” el sábado 13 de octubre, alas 11 horas, en
esta ocasión en el Museo Interactivo de Xalapa (MIX) ubicado en la avenida
Murillo Vidal, dentro del ciclo “Sábados en la Ciencia, dedicado al mundo maya.
Entrada Libre.
El origen de sus incursiones
entre las protuberancias y manchas solares, y el observar la alineación de
sitios prehispánicos con la salida y puesta del Sol, se remonta a la década de
los años setenta, cuando era estudiante de la licenciatura en física y
matemáticas en el Instituto Politécnico Nacional. “Es difícil localizar el
momento preciso en que me incliné por la astronomía, aunque uno de los
principales detonantes fue el haber escuchado, en el Poli, al Doctor Arcadio
Poveda dar una plática acerca de las estrellas. Consideré entonces el proyecto
de dedicarme a la astronomía. En la UNAM había la posibilidad de entrar a hacer
la tesis con un sueldo pequeño a cambio de ser chícharo de un investigador. Le
entré y mi tesis la hice sobre el Sol, estrella que como está demasiado cerca,
no interesa tanto a los astrónomos, que quieren observar cuerpos alejados. Sin
embargo, es el único laboratorio cósmico en el que podemos ver con gran detalle
lo que sucede con su evolución y transferir esta información a otras
estrellas”.
Ya como investigador titular del
IAUNAM, su interés en la arqueo-astronomía surgió en 1989, cuando conoció al
cronista de Malinalco, quien le señaló que en la historia de ese pueblo había
aspectos que podrían estar conectados con la disciplina astronómica. Asimismo,
su participación en el proyecto coordinado por la doctora Beatriz de la Fuente,
del Instituto de Investigaciones Estéticas, sobre pintura mural prehispánica,
lo interesó en la cosmogonía de los antiguos mexicanos. En este proyecto se
relacionó con colegas dedicados a las humanidades —lo que fue muy enriquecedor,
subraya el especialista—, porque la observación del cielo por los mexicas,
mayas, teotihuacanos y otros grupos, obedecía a formas de vida que incluían su
relación con la naturaleza, la religión, los ciclos agrícolas y la guerra.
Eso lo ha llevado a acercarse a
las 60 lenguas de México, porque de esta manera “se puede penetrar en la
mentalidad de aquellos que hace más de 500 años construyeron sociedades y
levantaron templos, legados actualmente ignorados por muchos mexicanos”, puntualiza.Recuerde la cita es éste sábado en la ciencia (13 de octubre), a las 11 horas, en el MIX (Museo Interactivo de Xalapa). Entrada Libre. Mayor información con Adalberto Fox, al correo afox@uv.mx o al tel. 8421700 ext. 11165
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